sábado, 24 de diciembre de 2011

El mito y la realidad.

Sir James George Frazer
Cuando James G. Frazer (1854-1941) publicó The Golden Bough (La rama dorada) --primero en dos volúmenes (1890), luego en doce (1907–1915), y finalmente en uno (1922)-- causó gran conmoción al establecer que los hombres de las distintas culturas habían creado mitos parecidos, mitos que encerraban una misma intuición sobre el universo y su carácter sagrado. Entre estos sistemas mitológicos, el cristianismo sería uno más. Esta obra fue muy influyente durante la primera mitad del siglo XX, y en ella se encuentra el germen de la llamada “crítica literaria arquetípica”, luego desarrollada por Northrop Frye.
De vez en cuando, en mis tertulias, me encuentro con alguien que, creyendo estar a la última, me habla del nacimiento del dios sol, que muere para luego volver a la vida, o sea, el mismo armazón mítico que parece sustentar la historia de Jesucristo (o, añado yo, la del Caballero Verde en mi amado romance medieval Sir Gawain and the Green Knight). Luego, casi se disculpa mi interlocutor, por hacer que mi fe se tambalee. Yo le tranquilizo, le agradezco su buena fe, y le explico que hace tiempo que ese argumento dejó de ser un problema para la fe en Jesucristo. Y le cuento la historia de dos amigos, J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis.
Los mitos, le espetó una vez Lewis a Tolkien, eran “mentiras y, por ende, carentes de valor, aunque fueran susurradas a través de plata”.
“No, no son mentiras” -respondía Tolkien, sosteniendo su pipa con la derecha. Los mitos son el mejor modo –a veces el único- de expresar verdades que, de otro modo, serían inexpresables. Venimos de Dios y de forma inevitable los mitos que creamos (aunque falibles) reflejan fragmentos de la luz verdadera, esa verdad eterna que se encuentra en Dios. Los mitos, aunque desatinados, ponen rumbo (si bien entre vaivenes) hacia el puerto seguro. Exponiendo de este modo la verdad inherente de la mitología, Tolkien quería explicar a Lewis que la historia de Cristo era el mito verdadero, en la raíz misma de la realidad. Mientras que las otras mitologías podían entenderse como manifestaciones de Dios a través de la mente de los poetas, el mito verdadero de Jesucristo era una manifestación de Dios, que se expresa a través de, con y en Él mismo. Dios en la Encarnación se había revelado como el poeta más excelso, Aquel que creaba en su propia Imagen, el poema o el mito verdaderos, reales. Y así, en una paradoja divina, el mito se convertía en la realidad última.
C.S. Lewis
En una carta escrita el 18 de octubre de 1931, Lewis –ya cristiano anglicano- decía: “La historia de Cristo es simplemente un mito real: un mito que nos afecta del mismo modo que los otros, si bien con la tremenda diferencia de que éste ha sucedido verdaderamente; uno debe conformarse con aceptarlo del mismo modo, recordando eso sí que éste es un mito creado por Dios, mientras que los demás son obra de los hombres. Las historias paganas reflejan a Dios que habla a través de los poetas, usando sus imágenes, mientras que el Cristianismo es Dios expresándose mediante aquello que llamamos ‘cosas reales’. Así pues, es verdadero, real, no por ser una descripción de Dios (algo que no podría asumir la mente humana), sino por ser el modo en el que Dios elige para revelarse a nuestras facultades. […] Así Dios se nos muestra mediante un language más adecuado, principalmente la Encarnación, Crucifixión y Resurrección.
El dios nórdico Balder
Trece años más tarde, en su “El mito se hizo realidad”, decía Lewis: “El corazón del Cristianismo es un mito que, al tiempo, es un hecho real. El viejo mito del Dios que muere, sin dejar de serlo, desciende desde el cielo de las leyendas y la imaginación a la historia terrena. Sucede –en una fecha particular, en un lugar concreto—y le siguen una serie de consecuencias históricas. Pasamos de un Balder o un Osiris (que mueren nadie sabe dónde o cuándo) a una Persona histórica que es crucificada bajo el poder de Poncio Pilato. Por el hecho de ser algo real, no cesa de ser mito: ése es el milagro.

Mañana por la noche, en millones de hogares de todo el mundo, celebraremos el nacimiento, en tiempos del emperador Augusto, de Jesucristo. ¡Feliz Navidad!

viernes, 9 de diciembre de 2011

Las luces y sus sombras

Fue curiosamente en la Europa de la Ilustración, cuando el bebedor de sangre se convierte en el epítome del horror, oculto entre las sombras del siglo de las luces, cuyo racionalismo no hizo sino espolear su resurgir. Ya antes, a partir del siglo XVII, la prensa europea se empezaba a hacer eco de extraños sucesos que estaban ocurriendo en países de la Europa oriental. El Mercure Galant, periódico editado en París, ofrece en mayo de 1693 la siguiente noticia:

Ustedes habrán podido oír hablar ya de una cosa realmente extraordinaria que se encuentra en Polonia y sobre todo en Rusia. 
Imagen original de la noticia en el Mercure Galant
Se trata de cuerpos muertos que se llaman en latín Striges y en la lengua del país Upierz y que tienen un cierto humor que las gentes y ciertas personas sabias aseguran que es sangre. Se dice que el demonio saca esta sangre del cuerpo de una persona viva o de algún ganado y que la lleva a un cuerpo muerto, porque se pretende que el demonio sale del cadáver cierto tiempo, desde mediodía a medianoche, después de lo cual vuelve a él y le pone la sangre que ha recogido. Esta sangre se encuentra con el tiempo en tal abundancia en el cadáver, que sale por la boca por la nariz y sobre todo por las orejas del muerto («Corps morts...», Mercure Galant, París, Bureau de Mercure, pp. 62-9).
Pero lo que definitivamente llevó al vampiro a primera plana en toda Europa fueron los hechos ocurridos en la Prusia oriental (1721) y en el Imperio Austro-Húngaro (1725-1734). Destacan dos. El caso de Arnold Paole (Meduegna, cerca de Belgrado; invierno de 1731-1732) obligó a las autoridades a promover una investigación oficial sobre lo acontecido, dando lugar al documento conocido como Visum et Repertum (Visto y Descubierto); sendas traducciones al castellano y catalán pueden consultarse en: http://www.ceev.net/textos.htm
También estuvo ampliamente documentado el caso de Peter Plojogowitz (Kisolova, cerca de Gradiska; septiembre de 1728).

jueves, 8 de diciembre de 2011

"Un día que pervivirá en la infamia"

El 1 de febrero de 1933 la Marina norteamericana llevó a cabo un ataque ficticio sobre base de Pearl Harbour, concluyendo que las defensas eran insuficientes. El 7 de diciembre de 1941 –hace hoy 71 años- el imperio del Sol Naciente demostró cuán acertado había sido el informe de la Marina.
Parece ser que el gobierno americano sabía de la inminencia de un ataque japonés, aunque se suponía que sería en la Filipinas, la llave para amenazar Australia y Nueva Zelanda. El almirante japonés Nagumo comenzó el ataque a las 6:05: desde seis portaviones partió la primera oleada de 183 aviones (entre cazas, caza-bombarderos y bombarderos) que se dirigió a los aeródromos de la isla de Ford. La segunda oleada, compuesta de 170 aviones (en su mayoría lanza torpedos), atacó la flota atracada en Pearl Harbour. El acorazado Arizona fue el primero en irse al fondo; luego le siguieron nueve embarcaciones más y un total de 21 fueron seriamente dañadas. Las bajas ascendieron a más de 3.500 personas, incluyendo civiles (2.403 muertos y 1.177 heridos). Los japoneses sólo perdieron 29 de sus 350 aviones.
Al día siguiente, los EEUU declararon la guerra a Japón y, consecuentemente, entraron en la 2ª Guerra Mundial.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Lion Rock custom: Viet Cong


Las figuras de acción Lion Rock eran la manufactura europea de Mego, el gran fabricante de muñecos articulados USA. Los muñecos LR  (producida durante los 70 y principios de los 80) tenía un tamaño más pequeño que las figuras Mego, de modo que los accesorios de los primeros son compatibles con los madelman. LR sacó al mercado unos cuantos modelos asiáticos (Guerrillero Chino, Piloto Japonés, Oficial Japonés,...), de modo que he hecho un custom de soldado Viet Cong, la milicia comunista que tuvo a jaque al ejército norteamericano durante la Guerra de Vietnam (1959-1975).
El equipo de combate de estas unidades era extremadamente simple  comparado con el de los Marines. Muchos de ellos llevaban el típico sombrero usado por los campesinos en las plantaciones de arroz y su uniforme era una especie de pijama negro, muy ligero. En los pies calzaban unas sandalias de tiras y suela de goma, hechas con las cubiertas de las ruedas desechadas (las llamadas "Sandalias Ho Chi Minh", en honor al líder comunista norvietnamita), o unas zapatillas de lona con suela de caucho.
El arma por excelencia era el AK 47, de fabricación soviética, cuyos cargadores iban sobre el pecho. Además tenían bombas de mano y algún machete. Sobre la espalda, la mochila, y colgadas del cinturón, la cantimplora y una pala.
Extremadamente disciplinado y sobreviviendo con una dieta de arroz (y lo que se cazara), el Viet Cong forzó al gigante americano a firmar un tratado de paz, para poner así fin a una guerra que no se podía ganar y que era extremadamente impopular entre los propios norteamericanos. Por contra, los combatientes vietnamitas estaban adoctrinados ideológicamente y tenían una devoción casi religiosa a su líder, Ho Chi Minh. Cientos de miles cayeron en el combate.

En las comunicaciones radiofónicas, el ejército yankee solía referirse a estas tropas como V.C. (Victor Charlie), motivo por el cual el término Charlie o Mr. Charlie se generalizó entre las tropas USA.

Ya sabéis, como dice el Teniente Coronel Kilgore en Apocalypse Now, "¡Charlie no hace surf!".


jueves, 1 de diciembre de 2011

Las lecturas de Norman Bates (III)

"El tiempo es relativo, por supuesto. Lo dijo Einstein, y no fue el primero en descubrirlo: también lo sabían los antiguos y  algunos místicos modernos, como Aleister Crowley y Ouspensky. Norman los había leído a todos, y tenía incluso alguno de los libros. Madre no lo aprobaba" (Psicosis, 1959).
¿Qué puede hacer el encargado de un motel de carretera, mientras espera la llegada de clientes? Leer, leer y leer, especialmente si la autopista principal ya no pasa junto al Bates Motel.
Alister Crowley (1875-1947) fue un británico interesado en el ocultismo, el esoterismo,  y, en general, todo lo que se pudiera considerar anormal. Fundó la sociedad Telemita y escribió una abultada cantidad de obras de poesía, filosofía, política, magia,...Hoy en día, no me cabe duda, tendría un programa de televisión.
Peter D. Ouspensky (1878-1947) fue coetáneo de Crowley. Aunque también interesado en el esoterismo, este pensador nacido en Moscú desarrolló la idea de la "Cuarta Dimensión" y retomó el concepto del "Eterno Retorno". También estudió la naturaleza de la sexualidad humana, incidiendo en las diferencias entre pornografía y erotismo. En suma, un intelectual poco convencional, pero sin llegar a los excesos de Crowley.

Beowulf MS

Beowulf MS
Hwaet!