Interrumpo mi paréntesis estival para incluir unas palabras de Benedicto XVI, extraídas de su homilía en el día de la Asunción de la Virgen, el pasado 15 de agosto. La traducción es mía:
No sólo en Dios hay lugar para el hombre, sino que en el hombre hay lugar para Dios. Esto lo vemos también en María, el Arca Santa que porta la presencia de Dios. En nosotros hay lugar para Dios, y esta presencia de Dios en nosotros, tan importante para iluminar el mundo en su tristeza, sus problemas, esta presencia se realiza en la fe: la fe abre las puertas de nuestro ser para que Dios entre en nosotros, para que Dios pueda ser la fuerza que da la vida y el rumbo a nuestro ser. Hay un lugar en nosotros, vamos a abrirlo como hizo María, diciendo: "Hágase su voluntad, yo soy la esclava del Señor". Al abrirnos a Dios, nada perdemos. Por el contrario, nuestra vida se hace grande y rica.