viernes, 18 de mayo de 2012

Like Dandelion Dust (2009)

No soy de lágrima fácil. Bueno, según: recuerdo que me conmoví profundamente al ver La Pasión de Mel Gibson, y que por lo demás algunas canciones me producen cierta humedad ocular. El caso es que anoche vi una una película que me dio de lleno en el centro de los afectos.
Like Dandelion Dust (Jon Gunn, 2009) es una película americana que no se ha estrenado en nuestro país, y ha tenido muy poca difusión en Europa (por TV o DVD, a lo sumo). ¿El motivo? A la productora alguien le ha puesto la etiqueta de "cristiana". En USA no importa demasiado: puedes ser de la cienciología, mormón o de los Odinistas, que lo mismo da. Eso sí, en la vieja Europa, abrumada por su complejo de culpa por haber exportado la fe al mundo entero, estas cosas no caen bien. 
A lo que iba -que me vengo arriba-. La película no hace, en modo alguno, apología del cristianismo, a no ser que la negativa a abortar de una de las protagonistas -que se menciona de pasada- se considere propia de la ideología cristiana, cosa que afortunadamente no es cierta. 
Mira Sorvino, la madre biológica
Se nos cuenta la historia de dos familias, a la que el destino les juega una mala pasada. La primera está compuesta por un matrimonio de clase media alta (bastante "pijos", vamos), que tienen un precioso niño de 7 años al que adoran. La otra es, en realidad, una familia en proyecto. El hombre es un alcohólico que ha pasado 7 años en prisión, condenado por malos tratos a su mujer. Tras salir de la cárcel se reúne con su mujer, con el firme deseo de rehacer su vida juntos. No tienen muchos medios, pero él encuentra trabajo pronto y lleva siete años sin tomar. Ella le confiesa entonces que, a poco de su marcha a cumplir condena, se dio cuenta de su embarazo: no viéndose capacitada para educar a un hijo sin un padre, y no queriendo abortar, se decide a darlo en adopción. Y en este punto, volvemos al matrimonio estupendo y a su maravilloso hijo, que resulta ser el niño cedido. El padre biológico, cuya firma fue falsificada para dar al bebé, quiere recuperarlo a toda costa. Y la ley le da la razón.
Barry Pepper, el padre biológico
La película toca temas delicados como la violencia doméstica, la paternidad, el amor en la familia, el alcoholismo,...Pero, para mí, desde el principio, y como padre de seis hijos, el interrogante era: ¿son los hijos un derecho de los padres?
No os la perdáis.

miércoles, 16 de mayo de 2012

3 años y 25.000 visitas.


He querido hacer una celebración única del tercer cumpleaños de mi blog, y de las 25.000 visitas. Os regalo una foto de Merle Oberon, especialmente para los 43 seguidores. En una futura entrada os hablaré un poco de ellos, o mejor dicho, de los que aún no he hablado. También estoy orgulloso de no haber censurado ni una sólo entrada; ni siquiera la de un internauta que se mostró algo despectivo (y que luego resultó ser mi hijo, que quería gastarme una broma).
Está cayendo una buena en España; lo dice hasta el rockero Springsteen. No nos vamos a privar de nada: mucha gente haciendo cola;  recortes a nivel nacional y autonómico; grosería generalizada; clichés; mucho alcohol; dinero público para señoritas, copazos y cocaína; mentiras por doquier; y mucha gente muy buena, para aclarar los tonos oscuros.
Si pudiera elegir una época en la que vivir, sin duda elegiría ésta: por nada del mundo me hubiera perdido a Benedicto XVI, Robert de Niro y los madelman. Pongo rumbo a Utopía, porque está muy cerca. Mi banda sonora es "¿Qué fue del siglo XX?".

sábado, 12 de mayo de 2012

Custom Madelman: Cosaco de la Wehrmacht (1943)

A finales de 1942, las tropas alemanas habían ocupado las tierras originarias de los Cosacos del Don y de Kuban. Muy pronto, los primeros voluntarios de estas unidades de combate se ofrecieron a combatir junto a los alemanes, con el deseo de recuperar la libertad, honores y privilegios de los que habían disfrutado en tiempos del Zar, y que los Bolcheviques habían suprimido. El Teniente Coronel von Freitag-Loringhoven (el official de inteligencia del Grupo de Ejércitos del Sur) comenzó el reclutamiento de más cosacos. Éstos formaron el Escuadrón de Caballería 1/82, integrado en el 40 Cuerpo Panzer, bajo el mando de un Capitán cosaco llamado Zagorodnyy. 
Otros cosacos combatieron en el Ejército Rojo.
Hace algún tiempo, vi un modelo de madelman cosaco, un custom que claramente podía mejorarse. Este es el resultado. 
Es un maniquí de Altaya, con los pantalones del Policía Montada del Canadá, y la guerrera del Oficial del Alto Mando. El caballo es asiático (de los chinos, vaya).

El gorro de lana es de fabricación casera, así como todos los correajes y cinturón. En el equipo, el Mauser y la lata para la máscara de gas son repros en resina de piezas de Plan B Toys. Marmitera, bolsa del pan y cantimplora son caseras.
Me divertí mucho haciendo el shashka, el sable de los cosacos, y su funda.

El caballo está pintado con acrílicos, y los arreos están hechos a mano; también la montura y las alforjas.
Todo es ajustable
Que se baje el jinete de su montura.
La shashka puede desenfundarse.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Tres fantasmas en uno

Estos días estoy revisando en clase tres versiones cinematográficas de Hamlet: la primera fue dirigida y protagonizada por Laurence Olivier (1948);  la versión de Franco Zefirelli (1990) con Mel Gibson; y, por último, el Hamlet de Kenneth Branagh, también interpretado por él.
Puesto que cuento con poco tiempo, me centro en una escena y comentamos el modo en el que los distintos directores la plasman. Se trata de la conversación entre el fantasma del difunto rey Hamlet y su hijo (Acto I, escena v). El guión de las tres películas sigue con fidelidad el texto de la tragedia, aunque lógicamente se corta allí y aquí; una duración de cuatro horas sería impensable para la versión cinematográfica. No considero esto una carencia del guión, pues estamos ante tres películas, con los parámetros propios del medio.

Comenzando por la versión de Laurence Olivier -y dejando a un lado su concepción claramente freudiana-, me llama la atención la naturaleza espectral del fantasma, surgido de entre las brumas, y con su rostro parcialmente oculto por la visera de su yelmo. Su voz tiene un registro distinto a la del príncipe, y se escucha como si de una grabación o emisión radiofónica se tratara.

Hamlet avanza con su espada a modo de cruz, como para protegerse de un enemigo diabólico. Al reconocer al espectro de su padre, el príncipe baja la espada y se arrodilla. Su actitud es reverencial, la de alguien dispuesto para recibir la revelación casi mística de una verdad que, de otro modo, nunca podría llegar a conocerse. La voz del espectro, casi carente de toda emoción, es como un oráculo que abre los ojos al elegido: Hamlet ha de castigar el magnicidio, un crimen abominable, una injusticia que debe ser reparada.
En la película de Zefirelli, Mel Gibson es un Hamlet quizás demasiado adulto. Se le critica a esta película haber transformado el drama más sesudo de Shakespeare en casi una película de acción. Mientras se dirige al encuentro del fantasma, interpretado con gran solvencia por Paul Scoffield, Hamlet porta su espada, listo para combatir. Desgraciadamente la escena no está completa.

Estamos ante un fantasma mucho más corporal, físico. Cuando Hamlet lo ve, arroja la espada; es su padre y nada tiene que temer de él. Las palabras del difunto están cargadas de emoción: es un ser torturado por haber sido víctima de un crimen horrendo, a manos de su propio hermano. Por ende, el fantasma trata de conmover a su hijo que, por amor a su padre, se compromete a vengarle.
En la versión de Branagh, por último, el elemento que más destaca en la secuencia es, a mi juicio, el terror y el escalofrío. El horror cinematográfico tiene una serie de recursos y efectos que el director ha de tener en cuenta.

El fantasma, que habla con una voz aterradora e imperativa, arroja violentamemente a Hamlet al suelo. Sorprendido y apenas sin moverse, atenazado por el miedo, el príncipe escucha el discurso del fantasma que, como el veneno que le quitó la vida, penetra por los oídos de Hamlet. El rostro del difunto rey trasmite odio, rabia (y, sólo ocasionalmente, dolor). Los ojos, de un azul gélido, hacen ver al príncipe su larga y dolorosa agonía. En resumen, el rey clama venganza, lleno de odio, y Hamlet es sólo un instrumento para conseguir este fin. El miedo, no el amor filial o o el afán de justicia, es lo que habrá de mover al príncipe a cumplir el mandato imperativo de su padre. 
Tres fantasmas, tres príncipes, y un único texto dramático tan rico en matices y posibilidades.

martes, 1 de mayo de 2012

A favor de la vida.

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Rostros con historia (54)

Os pongo aquí las palabras de Jaimemarlow, que tardó menos de dos horas en resolver el enigma -ya me vengaré-:
El personaje es "La Gorgona", la actriz es Prudence Hyman y la película es The Gorgon (Terence Fisher, 1964), otra de las joyas de la Hammer que me quedan por descubrir.
Así es. Sólo añadiré que en España esta película no se estrenó en su día. Cuando se publicó en DVD salió también con el título alternativo de La leyenda de Vandorf.

Beowulf MS

Beowulf MS
Hwaet!