A ver quién es el valiente que se atreve con este personaje. Ya sabéis: personaje, actriz y película.
sábado, 28 de abril de 2012
Un padre y dos hijas
Hace unos días vi una película y la quiero recomendar: "Los descendientes" (The Descendants. Alexander Paune, 2011), protagonizada por George Clooney. Esta cinta ha ganado el Óscar al mejor guión (obra del director) en la última gala de estos premios.
La película gira en torno a la relación de un padre con sus dos hijas: una de 17 años, la otra de 10. La madre está hospitalizada por causa de un accidente, en un coma profundo. Habitualmente suelo huir de este tipo de películas sobre relaciones familiares, pues ya tengo yo mi propia vida doméstica. Pero en esta cinta lo que me atrapó fue ver el modo en el que el padre, incapaz de manejar la relación con sus hijas, parecía condenado al fracaso. Antes del accidente de su esposa, había estado tan metido en su vida profesional, que había renunciado a su papel de padre, siendo el último en enterarse de todo; entre otras cosas, que su esposa le estaba engañando e iba a pedirle el divorcio.
En el trasfondo de la película se toca el tema de la eutanasia y del testamento vital, que es presentado como algo doloroso, aunque muy civilizado. La madre, una mujer activa e independiente, ha hecho su elección y pide que no se la mantenga en vida artificialmente. Nada puede hacer el marido por evitar esto. En realidad, la vida se le echa en cima y el parece no tener fuerzas, o no saber, para coger las riendas. Sus hijas hacen con él lo que se les antoja; sus primos decidirán lo que hacer con una extensa propiedad de la familia a él encomendada; sus esfuerzos por ejercer la autoridad paterna son, por tardíos, infructuosos.
Sin embargo, esta familia se mantiene a flote gracias al amor que existe entre sus miembros. Las niñas quieren a su padre, aunque sea para ellas como un gran oso de peluche.
El tema del adulterio de la esposa es tratado con cierto distanciamiento, aunque no deja de ser visto como algo profundamente desestabilizador. La hija mayor, consciente de la aventura de su madre, está enfrentada a ella y no se lo perdona. Interna en un colegio´lejos de la casa paterna, se evade con el alcohol, las drogas y las relaciones con hombres mayores. Ella es la que le cuenta al padre la infidelidad de su esposa. ¿Como reacciona él? Pues de una manera, a mi juicio, muy natural: entre cómica y patética. Se le ve corriendo calle abajo, por el asfalto mojado, con una especie de zuecos para andar por casa; ¿se caerá? Su obsesión es saber el nombre del amante de su esposa, que resulta ser un trepa, con intereses en las propiedades del protagonista, casado y con dos hijos. Un tipo bastante normal, que ni siquiera amaba a la mujer con la que estaba teniendo una aventura. Para ella, la cosa era distinta, pues amaba al personaje e iba a poner fin a su matrimonio. Entonces tuvo el accidente.
Clooney está espléndido, las hijas también, y no me olvido del amigo de la mayor de las chicas: un adolescente de libro, a quien el padre trata con demasiada tolerancia.
El final de la película es lo mejor. Tras besar a su esposa, que agoniza, sus palabras son un escueto -pero brillante- resumen de lo que es el amor conyugal: "mi amor, mi amiga, mi alegría, mi sufrimiento".
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Eutanasia/ Euthanasia
viernes, 6 de abril de 2012
Nota de una ejecución
Varón, natural de Belén de Judea, nacido en tiempos del emperador Augusto y siendo Herodes el Grande rey de Judea. Pasó la mayor parte de su infancia y juventud en Nazareth (Galilea). Su lengua materna era el arameo, en su variante dialectal galilea. Es probable que conociera también el griego, el hebreo e incluso el latín.
Trabajó de artesano, habiendo aprendido el oficio de su padre.
Cumplidos los treinta años, Jesús comienza una actividad incesante que le lleva a recorrer Galilea, así como las regiones de Decápolis y Fenicia. Durante estos años, su actividad no entra en conflicto con la autoridad romana, aunque sí despierta el recelo de fariseos, saduceos y herodianos. El consejo supremo y tribunal de justicia judío, Sanedrín, encuentra que Jesús presenta una amenaza para el judaísmo, así como para la difícil relación con las autoridades romanas. Jesús es apresado en Jerusalén (Judea), a donde se desplazó con sus seguidores para celebrar la pascua. En un juicio sumarísimo, Caifás y Anás (su suegro) condenan a muerte a Jesús por blasfemo: el reo ha osado llamarse a sí mismo hijo de Dios. Dado que ellos no pueden ajusticiar al nazareno, presentan a Jesús ante Poncio Pilato, procurador de Judea; éste reside habitualmente en Cesarea de Filipo y se encuentra en Jerusalén para seguir de cerca las fiestas judías de la pascua, en previsión de que haya alborotos. El sanedrín acusa a Jesús ante Pilato de ser un agitador, enemigo del César. El romano, temiendo una revuelta, lo condena a muerte. Puesto que se trata de un enemigo del estado y sin ciudadanía romana, el reo ha de ser crucificado, la más infamante de las ejecuciones.
El lugar de la ejecución es el Gólgota (en arameo) o Calvario (en latín), que se encuentra fuera de las murallas de Jerusalén. Jesús lleva la cruz, o el madero horizontal hasta allí. Se le desnuda por completo y se le clava al madero, que posteriormente es izado. Otros dos malhechores son ejecutados con él. Los crucificados suelen morir por asfixia, en una muerte larga y dolorosa. Si la agonía se prolonga en exceso, se quiebran las piernas de los reos para acelerar la muerte; con Jesús no hizo falta, pues ya estaba muerto, probablemente debido al severísimo castigo de la flagelación. Sin embargo, sí se le atravesó el corazón con una lanza para asegurar su muerte.
Tras descolgar su cuerpo, se depositó su cadáver en un sepulcro propiedad de José de Arimatea. El cuerpo es envuelto en una sábana y la cabeza en un sudario. Todo se hizo apresuradamente, pues se acercaba el Sábado judío que prohíbe cualquier actividad física, incluido dar sepultura. No hay tiempo de limpiar el cadáver, ni de ungirlo con aceites y perfumes funerarios. Su estado es lamentable. Junto a las heridas de los clavos y la lanzada, la espalda, brazos y piernas muestran las llagas de la flagelación. La cabeza ha sido perforada por decenas de espinas, y el rostro muestra contusiones de todo tipo.
Tras descolgar su cuerpo, se depositó su cadáver en un sepulcro propiedad de José de Arimatea. El cuerpo es envuelto en una sábana y la cabeza en un sudario. Todo se hizo apresuradamente, pues se acercaba el Sábado judío que prohíbe cualquier actividad física, incluido dar sepultura. No hay tiempo de limpiar el cadáver, ni de ungirlo con aceites y perfumes funerarios. Su estado es lamentable. Junto a las heridas de los clavos y la lanzada, la espalda, brazos y piernas muestran las llagas de la flagelación. La cabeza ha sido perforada por decenas de espinas, y el rostro muestra contusiones de todo tipo.
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