No soy de lágrima fácil. Bueno, según: recuerdo que me conmoví profundamente al ver La Pasión de Mel Gibson, y que por lo demás algunas canciones me producen cierta humedad ocular. El caso es que anoche vi una una película que me dio de lleno en el centro de los afectos.
Like Dandelion Dust (Jon Gunn, 2009) es una película americana que no se ha estrenado en nuestro país, y ha tenido muy poca difusión en Europa (por TV o DVD, a lo sumo). ¿El motivo? A la productora alguien le ha puesto la etiqueta de "cristiana". En USA no importa demasiado: puedes ser de la cienciología, mormón o de los Odinistas, que lo mismo da. Eso sí, en la vieja Europa, abrumada por su complejo de culpa por haber exportado la fe al mundo entero, estas cosas no caen bien.
A lo que iba -que me vengo arriba-. La película no hace, en modo alguno, apología del cristianismo, a no ser que la negativa a abortar de una de las protagonistas -que se menciona de pasada- se considere propia de la ideología cristiana, cosa que afortunadamente no es cierta.
Mira Sorvino, la madre biológica |
Se nos cuenta la historia de dos familias, a la que el destino les juega una mala pasada. La primera está compuesta por un matrimonio de clase media alta (bastante "pijos", vamos), que tienen un precioso niño de 7 años al que adoran. La otra es, en realidad, una familia en proyecto. El hombre es un alcohólico que ha pasado 7 años en prisión, condenado por malos tratos a su mujer. Tras salir de la cárcel se reúne con su mujer, con el firme deseo de rehacer su vida juntos. No tienen muchos medios, pero él encuentra trabajo pronto y lleva siete años sin tomar. Ella le confiesa entonces que, a poco de su marcha a cumplir condena, se dio cuenta de su embarazo: no viéndose capacitada para educar a un hijo sin un padre, y no queriendo abortar, se decide a darlo en adopción. Y en este punto, volvemos al matrimonio estupendo y a su maravilloso hijo, que resulta ser el niño cedido. El padre biológico, cuya firma fue falsificada para dar al bebé, quiere recuperarlo a toda costa. Y la ley le da la razón.
Barry Pepper, el padre biológico |
No os la perdáis.