La noche del pasado Jueves, por buen comportamiento en casa, mi esposa me dio permiso para hacer algo que llevaba tiempo sin practicar: ir al cine. No me refiero a ver una película (algo que hago con frecuencia en la pantalla de mi PC), sino a sentarme en una sala a oscuras, frente a una pantalla generosa y rodeado de otros seres humanos que -en realidad- están a millones de kilómetros de mí durante la proyección.
La película que vi fue Hitchcock, de Sacha Gervasi, estrenada en USA el año pasado y que trata sobre el rodaje de Psycho (1960). Hacía tiempo que tenía gana de verla pues -como ya os contaré en breve- llevo cierto tiempo inmerso en la historia de ese soltero que, según parece, quería a su madre -¿cómo lo diré?- de forma poco apropiada.
Tan metido estaba yo en la historia de Norman Bates que sólo empecé a disfrutar de Hitchcock, cuando dejé de verla como un documental sobre el rodaje de Psycho. Y es que, en realidad, la primera es una historia de amor (entre Mr. & Mrs. Hitchcock), cuyo telón de fondo es la génesis y estreno de la segunda. Os iré contando qué me ha gustado y qué no me ha gustado.
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