Esta señora lo ha organizado todo |
Quienes me conocen saben que soy más bien casero. Llega el fin de semana y la nariz se me pega a la pantalla del ordenador: escribo algo, veo la prensa, chismorreo un poco en el Facebook y veo todo el cine que puedo. Pero claro, tengo una familia numerosa (a la que se ha añadido desde julio una chica de Chicago, hija de unos amigos) y está claro que hay que hacer algo, de vez en cuando.
Hoy hemos tenido una comida con otras familias, lo que significa a) comida estupenda, porque cada mamá lleva lo que mejor sabe preparar; b) reír hasta que te duelen los músculos faciales; y c) "Eugenio, ¿dónde está el pequeño?".
El lugar escogido ha sido los Jardines de Jabalcuz, un paraje a las afueras de Jaén, junto a un antiguo balneario (creo que hay un volcán apagado, o algo así), donde ahora hay una serie de chalets y zonas verdes.
Estábamos unas 100 personas, de las cuales -no exagero- la mitad eran niños. Eso significa que, aunque uno habla con unos y con otros, no se puede perder de vista a los más pequeños: siempre se van a meter por donde menos deben.
Antiguo balneario de Jabalcuz |
Un rincón de los jardines |
Aunque sea un tópico, lo hemos pasado en grande, ha merecido la pena y me he prometido a mí mismo repetir con más frecuencia este tipo de reuniones (pero sin abusar).
Me hace sonreír que digas que Jaén es mi pueblo. Los años que pasé allí, y lo bien que me lo pasé, y tanta gente estupenda que conocí, hacen que sea casi de allí.
ResponderEliminarComo eres especialista en literatura inglesa medieval y moderna, te mando una anécdota muy buena sobre Robert Browning.
Voy a intentar meterla en este comentario, pero no sé si me dejará el programa de blog. La anécdota la cuenta Alfonso Aguiló, experto en educación de los jóvenes y familia. Quizá ya conocías la historia.
Robert Browning, cuando contaba apenas cinco
años, cierto día vio a su padre leyendo un libro. ¿Qué lees, papá? El padre levanta su mirada y contesta: "El sitio de Troya". "¿Qué es Troya, papá?, pregunta el niño. La respuesta no fue: "Troya es una ciudad de la antigua
Grecia. Ahora vete a jugar". Sino que allí mismo, en el cuarto de estar, el padre de Robert hizo con asientos y mesas una especie de ciudad. Una silla de brazos hizo de trono y en él puso al pequeño Robert. "Aquí tienes a
Troya, y tú eres el rey Príamo. Ahí está Helena de Troya, bella y zalamera (señaló a la gata bajo el escabel). Allá fuera, en el patio, ¿ves unos perros grandes que tratan siempre de entrar en la casa? Son los aguerridos reyes Agamenón y Menelao que están poniendo sitio a Troya para apoderarse de Helena..."
A los siete años, Robert leía ya la Ilíada y había entrado con toda naturalidad, gracias al ingenio de su padre, en el mundo de la gran poesía. Años más tarde sería el más importante poeta inglés de la época victoriana.
Gracias, Fernando, me ha gustado. La uso para la siguiente entrada del Blog.
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