Es muy fácil mostrarse ácido, extremadamente crítico con lo que nos rodea; eso puede hacerlo cualquiera, a poco que sepa usar el lenguaje con un poco de destreza. El sarcasmo, la ironía son recursos usados, con demasiada frecuencia, por los aspirantes a Pepito Grillo, a Visionario o a la voz que clama en el desierto.
Hace tiempo entendí que la crítica mordaz es la máscara tras la que se ocultan perezosos, indolentes, apáticos, resentidos y cobardes. Hay excepciones, honrosas y honradas, pero ese nihilismo de salón, de vientres ahítos y camisas de boutique es, en el fondo, una actitud cobarde, porque nada aporta, nada hace por contribuir a mejorar lo que se censura con una sonrisa de autocomplacencia. Y es que el vitriolo que llevan esas maldiciones es directamente proporcional al gusto que uno encuentra en releerse (y relamerse). Son hijos ingratos (bastardos) de una sociedad –más o menos enferma-, de la cual se han amamantado y ahora tratan con desprecio. Ser cínico es gratis, sencillo, y, además, viste. Es esa pose a lo Hamlet que gusta tanto en ambientes leo-un-poco, veo-cine-de-autor y ¿hace-una-raya?
En fin, como dijo el filósofo andaluz: “Que no pasa na, pero serlo lo eres”.
buen titulo. Claramente hace falta gente que aporte ... no more "House" ¿se dice así?
ResponderEliminarTambien la crítica es el primer paso a la acción (y creeme, ser House es el mejor comienzo)
ResponderEliminarSiempre que no te quedes en eso...
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