En el Capítulo 5 su Libro de la Vida, nos cuenta Santa Teresa de Jesús (1515-1582) un episodio que me ha llamado la atención.
En 1533 entró Teresa en el Convento de la Encarnación (Ávila). Dos años después, cayó tan enferma que su padre la sacó del lugar, para darle cuidados médicos. Se la llevó a casa de su otra hija, María, en Castellanos de la Cañada, donde permaneció hasta 1536. Estando allí, comenzó a confesarse con un clérigo de esta localidad, llamado Pedro Hernández.
En 1533 entró Teresa en el Convento de la Encarnación (Ávila). Dos años después, cayó tan enferma que su padre la sacó del lugar, para darle cuidados médicos. Se la llevó a casa de su otra hija, María, en Castellanos de la Cañada, donde permaneció hasta 1536. Estando allí, comenzó a confesarse con un clérigo de esta localidad, llamado Pedro Hernández.
4. Pues comenzándome a confesar con este que digo, él se aficionó en extremo a mí, porque entonces tenía poco que confesar para lo que después tuve, ni lo había tenido después de monja. No fue la afición [afecto] de éste mala; mas de demasiada afición venía a no ser buena. Tenía entendido de mí que no me determinaría a hacer cosa contra Dios que fuese grave por ninguna cosa, y él también me aseguraba lo mismo, y así era mucha la conversación. Mas mis tratos entonces, con el embebecimiento de Dios que traía, lo que más gusto me daba era tratar cosas de El; y como era tan niña, hacíale confusión ver esto, y con la gran voluntad que me tenía, comenzó a declararme su perdición. Y no era poca, porque había casi siete años que estaba en muy peligroso estado, con afición y trato con una mujer del mismo lugar, y con esto decía misa. Era cosa tan pública, que tenía perdida la honra y la fama, y nadie le osaba hablar contra esto.
A mí hízoseme gran lástima, porque le quería mucho; que esto tenía yo de gran liviandad y ceguedad, que me parecía virtud ser agradecida y tener ley a quien me quería. ¡Maldita sea tal ley, que se extiende hasta ser contra la de Dios! Es un desatino que se usa en el mundo, que me desatina; que debemos todo el bien que nos hacen a Dios, y tenemos por virtud, aunque sea ir contra El, no quebrantar esta amistad. ¡Oh ceguedad del mundo! ¡Fuerais Vos servido, Señor, que yo fuera ingratísima contra todo él, y contra Vos no lo fuera un punto! Mas ha sido todo al revés, por mis pecados.
La historia sigue. Por ahora no digo nada: creo que está claro.
A mí hízoseme gran lástima, porque le quería mucho; que esto tenía yo de gran liviandad y ceguedad, que me parecía virtud ser agradecida y tener ley a quien me quería. ¡Maldita sea tal ley, que se extiende hasta ser contra la de Dios! Es un desatino que se usa en el mundo, que me desatina; que debemos todo el bien que nos hacen a Dios, y tenemos por virtud, aunque sea ir contra El, no quebrantar esta amistad. ¡Oh ceguedad del mundo! ¡Fuerais Vos servido, Señor, que yo fuera ingratísima contra todo él, y contra Vos no lo fuera un punto! Mas ha sido todo al revés, por mis pecados.
La historia sigue. Por ahora no digo nada: creo que está claro.