El cantante británico Sting actuó el pasado Lunes, 17 de julio, en el Marenostrum Castle Park de Fuengirola. Vestido con camiseta y pantalón, entallados y oscuros, el ex vocalista de The Police se plantó raudo ante el micrófono. Llevaba colgado un viejo bajo Fender, gastado de tantas noches de música.
No puedo ser un cronista neutral del evento, porque llevo 40 años escuchando a este músico para quien el tiempo parece haberse detenido. Sólo lo parece, porque Joe Sumner, el hijo mayor del cantante, le hacía los coros a su padre. El concierto empezó con “Synchronicity II”, tal y como The Police lo hacía en la gira de 1983. En realidad, de los 19 temas que sonaron la noche del Lunes, 9 eran canciones que Sting compuso cuando lideraba al famoso trío. Curiosamente, de su último trabajo de estudio 57th & 9th (2016) sólo sonaron la estridente “Petrol Head” y “50.000”, en homenaje a las estrellas del rock fallecidas en los últimos años. De los éxitos de la carrera en solitario de Sting, “Englishman in New York”, “Fields of Gold” o “Fragile” (con la que terminó el concierto) fueron especialmente celebradas por el público. Sin embargo, los momentos estelares de la noche correspondieron a “Message in a Bottle”, “Walking on the Moon”, “So Lonely” o “Roxanne”. No es que viajáramos en el tiempo, es que esos temas han hecho el viaje con nosotros.
La noche terminó como había empezado. Tras los dos bises de rigor, Sting abandonó ligero el escenario. Allí nos quedamos 8.5000 personas, “creyendo esa vieja mentira” –dice una de sus canciones– “las estrellas del rock no mueren jamás, sólo se desvanecen”.
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