Existe una extraña sintonía entre el hombre y el dolor. Cuando éste llega nunca es un desconocido, porque desde niños le hemos tratado: dolor al nacer, dolor al echar los dientes, dolor en las distintas enfermedades,...
Estoy pasando unos días junto a niños enfermos. Sus cabecitas están afeitadas, como soldados que luchan día a día contra la muerte. Si tu mirada se cruza con la suya, no la evitan, y al mirarte, te cuentan una historia de dolor, pero también de alegría. Cuando no pelean contra la enfermedad, juegan, sonríen y cantan, porque entienden que su vida es un don precioso que tienen que aprovechar. No se rebelan contra el dolor, aunque piden que se acabe. Y me acuerdo de unas palabras del Evangelio de San Mateo (XV, 22-23):
Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio».
Pero él no le respondió nada.
Me ha gustado esta entrada. Gracias por ponerla.
ResponderEliminarEl otro día leí en un periódico lo que decía un enfermo, con un tipo de parálisis: el dolor... no tiene sentido, el sentido se lo pones tú.
Un abrazo y que paséis una feliz Navidad, tú y tu familia.
Fernando
Granada
(España)
PS.: Voy a estar unos días fuera. Cuando vuelva, de vez en cuando echaré un vistazo a tu blog.
Hola Eugenio. ¿Cómo se encuentra? Espero que vaya todo bien. Nos preocupamos al ver que no vino a clase. Sólo pasaba para darle mucho ánimo en estos días, para desearle unas felices fiestas y para transmitirle mi apoyo. Todo saldrá bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Elena Santiago.
Mil gracias a los dos.
ResponderEliminarElena, ¿entiendo que no os avisaron? Hablé con Paula para que os dijera que ya nos veíamos, si Dios quiere, después de Reyes.
Las cosas van bien y tenemos mucha confianza en Dios.
Feliz Navidad.