Lo recuerdo como el cómic de mi infancia y creo poder afirmar que mi gusto por la literatura y la Edad Media se deben a El Capitán Trueno. Creado en 1956 -hace tres años se celebró su cincuentenario-, yo empecé a leerlo en la década de los 70, en aquellos cuadernos tamaño folio llamados Trueno Color. El guionista era Víctor Mora Pujadas y el dibujante original Miguel Ambrosio Zaragoza (Ambrós).
El Capitán Trueno comenzó sus andanzas en tiempos de la Tercera Cruzada (postrimerías del siglo XII), combatiendo contra Saladino, al lado del mismísimo Ricardo Corazón de León. Junto a él, formando un trío inseparable, sus amigos Goliath y Crispín. Trueno era el modelo de caballero cristiano español: cortés, generoso, valiente y con sentido del humor; además, rezaba sin pudor, cuando convenía. Siempre se ponía del lado de los débiles, los oprimidos y de las doncellas en apuros. En cierto sentido, su perfil es quijotesco, pero sin el toque de locura e íntima tragedia que definen al personaje cervantino. Goliath, por su parte, personifica la fanfarronería, la fuerza, todo suavizado por un corazón de niño. Él es, también, el personaje más cómico: su descomunal apetito, nunca del todo satisfecho, aliviaba la tensión de muchas de las situaciones en las que se veía envuelto el trío. Crispín, nominalmente un escudero, aporta el vigor de la juventud. Con frecuencia, gusta de carcajearse a costa de Goliath, que no siempre encaja bien las bromas.
Es interesante comprobar cómo los guiones de Mora son “políticamente correctos”. Trueno, Goliath y Crispín llevaron a sus lectores por los cinco continentes, entrando en contacto con gentes de todo el mundo. Pieles rojas, nórdicos, africanos, aborígenes de Oceanía, chinos, esquimales,… todos aparecen en las viñetas de este cómic. En estas culturas, encontramos amigos y enemigos, lealtad y traición, bondad y egoísmo, como en nuestro propio corazón. Si bien esto es cierto, el Capitán Trueno tiene cierta predilección por los nórdicos. Su prometida es Sigrid, Reina de la Isla de Thule, hija de un vikingo como Odín manda. Entre sus amistades, Trueno cuenta con el fiel príncipe Asgar, otro nórdico con un par de cuernos; no sabía el dibujante que los vikingos nunca los llevaron en el casco…
Siempre me llamó la atención que estos tres valientes nunca mataban a sus enemigos, por viles o malvados que fueran, pues siempre les perdonaban. Algunos eran entregados a la ley y otros, en una especie de castigo necesario impuesto por el cielo, resbalaban al abismo o eran tragados por las fauces de los tiburones que daban cuenta así de sus crímenes.
Después del franquismo, se destapó la caja de los truenos, y se acusó a “el Capi” de ser un personaje muy ideologizado; ciertamente lo era. Pero, no nos engañemos, también lo han sido las nuevas lecturas del personaje: me llamó la atención ver anunciado a bombo y platillo que, por fin, Trueno se había acostado con Sigrid. También su espada era menos benévola. ¿Renovarse o morir? Los lectores de ahora nada encuentran en este personaje que se comporta como un héroe manga en atuendo medieval, y sí en el héroe que atacaba a sus enemigos con aquel “¡Santiago y cierra España!”.
El Capitán Trueno comenzó sus andanzas en tiempos de la Tercera Cruzada (postrimerías del siglo XII), combatiendo contra Saladino, al lado del mismísimo Ricardo Corazón de León. Junto a él, formando un trío inseparable, sus amigos Goliath y Crispín. Trueno era el modelo de caballero cristiano español: cortés, generoso, valiente y con sentido del humor; además, rezaba sin pudor, cuando convenía. Siempre se ponía del lado de los débiles, los oprimidos y de las doncellas en apuros. En cierto sentido, su perfil es quijotesco, pero sin el toque de locura e íntima tragedia que definen al personaje cervantino. Goliath, por su parte, personifica la fanfarronería, la fuerza, todo suavizado por un corazón de niño. Él es, también, el personaje más cómico: su descomunal apetito, nunca del todo satisfecho, aliviaba la tensión de muchas de las situaciones en las que se veía envuelto el trío. Crispín, nominalmente un escudero, aporta el vigor de la juventud. Con frecuencia, gusta de carcajearse a costa de Goliath, que no siempre encaja bien las bromas.
Es interesante comprobar cómo los guiones de Mora son “políticamente correctos”. Trueno, Goliath y Crispín llevaron a sus lectores por los cinco continentes, entrando en contacto con gentes de todo el mundo. Pieles rojas, nórdicos, africanos, aborígenes de Oceanía, chinos, esquimales,… todos aparecen en las viñetas de este cómic. En estas culturas, encontramos amigos y enemigos, lealtad y traición, bondad y egoísmo, como en nuestro propio corazón. Si bien esto es cierto, el Capitán Trueno tiene cierta predilección por los nórdicos. Su prometida es Sigrid, Reina de la Isla de Thule, hija de un vikingo como Odín manda. Entre sus amistades, Trueno cuenta con el fiel príncipe Asgar, otro nórdico con un par de cuernos; no sabía el dibujante que los vikingos nunca los llevaron en el casco…
Siempre me llamó la atención que estos tres valientes nunca mataban a sus enemigos, por viles o malvados que fueran, pues siempre les perdonaban. Algunos eran entregados a la ley y otros, en una especie de castigo necesario impuesto por el cielo, resbalaban al abismo o eran tragados por las fauces de los tiburones que daban cuenta así de sus crímenes.
Después del franquismo, se destapó la caja de los truenos, y se acusó a “el Capi” de ser un personaje muy ideologizado; ciertamente lo era. Pero, no nos engañemos, también lo han sido las nuevas lecturas del personaje: me llamó la atención ver anunciado a bombo y platillo que, por fin, Trueno se había acostado con Sigrid. También su espada era menos benévola. ¿Renovarse o morir? Los lectores de ahora nada encuentran en este personaje que se comporta como un héroe manga en atuendo medieval, y sí en el héroe que atacaba a sus enemigos con aquel “¡Santiago y cierra España!”.
Tiene gracia, uno de mis primeros comics fue una reedición en papel reciclado del capitan Trueno...
ResponderEliminarY ahora que lo dices, se parece mucho a un manga que tengo por ahí pendiente de leer que va sobre el ejercito del shinegumi (y ahora no me acuerdo del título).
Lo malo del Capitán es que es un comic que ha envejecido regular...
¡Caray, Eugenio, le has sacado mucho partido en tu comentario a las historias del Capitán! Cómo se nota que te dedicas a la literatura medieval.
ResponderEliminarA mí también me encantaba, y, en efecto, era como un ejemplo imaginario, pero que te influía para bien.
Me gustó siempre más que El Jabato.
Me estaba acordando de El Guerrero del Antifaz. Y de Roberto Alcázar y Pedrín, del que bromeamos entre amigos: éste sí que era, o parecía, del Régimen.
Termino. Siempre me ha parecido una buena idea, para dar a los niños la literatura universal, en aquellos tebeos de Joyas Literarias: 20.000 leguas de viaje submarino, Historia de dos Ciudades, Dueño del Mundo... y tod o por 15 céntimos al principio.
Efectivamente he podido copiar mi comentario y pegarlo a un "post" nuevo de mi blog. Eres un ungenio (¿lo pillas?).
ResponderEliminarMi ignorancia en ordenadores creo que arranca de que en el instituto (Instituto Nacional Zurbarán!, de Badajoz)cogí Diseño, y no Infromática (aunque por 1984 era el Basic y todas esas cosas). Mi hermana y mi hermano cogieron Hogar, porque era una "maría"; en teoría hacían un pastel, pero yo creo que como mucho se llegaba a un pasteleo tontorrón-quinceañero. Gracias mil: eres un sabio también de los odenadores... ;-)
Gracias, Lui. ¿Y quién no envejece regular? Te diré una cosa. Los últimos cómics que coleccioné fueron el Cimoc, 1984, y, sobre todo, la colección completa de Metal Hurlant: 49 números publicados en España, hasta que crujió. Sinceramente, los veo más pasados que al Capitán Trueno, al que ya se le ha puesto la etiqueta de "clásico". Y es verdad que tiene cosas rancias, que conste.
ResponderEliminarQué bueno, Fernando. El genio debes ser tú, por haberlo hecho con mis indicaciones. "Roberto Alcázar y Pedrín" eran dos facciosos de mucho cuidado; recuerdo una parodia de ellos en un comic español de dudosa reputación: "Roberto el Carca y Zotín". "El Guerrero del Antifaz", enamorado de la mora Zoraida, convertida al cristianismo y perseguida a muerte por su padre. ¿Las Joyas Literarias? Has dado en la diana. Yo también las leía. Hace unos años, las encuaderné y ahora tengo tres estupendos volúmenes que mis hijos disfrutan. "El Jabato" también me gusaba, pero como a ti, menos; lo estoy completando estos días, pues cumple también cincuentenario este año. Era el trasunto en época romana del Capitán Trueno: Jabato, Taurus y Fideo de Mileto, formaban el triduo; Claudia, la romana cristiana, era la amada del héroe.
Al capitan lo conoci tarde, cuando ya era grandecito, me gustaba/a, el Guerrero del Antifaz, casi identico al Capi. ¿Pero quien copio a quien, Mora o Gago?. De todas formas ambos me gustan asi como El Jabato, mas que Capi.
ResponderEliminarY, soy clasico, no me gustan ciertas modernidades, aunque puedan ser normales, que quieran darle un toque actual, como que el Capi y Sigrid se hallan acostado, bien es logico, pero no creo que tuviera mucha aceptacion.
Gracias. Otro día le dedicaré una entrada a "El Jabato", que también me gustaba mucho. Recuerdo un episodio en el que el héroe se enfrentaba a un barco pirata tripulado por gorilas, al mando de un siniestro personaje. Qué delicia.
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