“I Sing of a Maiden” (“Yo le canto a una Doncella”) es un poema anónimo inglés de principios del siglo XV, que leo y analizo en clase de poesía. En cinco estrofas se describe la Encarnación, esto es, el momento en el que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios, se hace hombre, dice la Iglesia, “por obra y gracia del Espíritu Santo”. De este modo, María fue madre, sin perder su virginidad.
Ante el abismo del misterio, este poema recurre, en primer lugar, a un conocido motivo literario del "Amor Cortés", el encuentro entre un caballero con su dama en su alcoba –por favor, que nadie piense en una escena de sexo–, con el propósito de ilustrar la delicadeza de la Encarnación de Jesús en el seno de su Madre, María, sin la intervención previa de hombre alguno.
Pero hay un detalle que me llama enormemente la atención en este poema; me refiero a las dos últimas líneas de la primera estrofa: “Al Rey de Reyes [Cristo] / [María] Eligió como hijo”. A primera vista, estos dos versos podrían parecer una variación, no sólo de lo explicitado en el Evangelio de San Lucas I, 26-38, sino también de otro poema medieval mariano inglés, que fue modelo del que ahora comento, y que parece estar más en sintonía con el relato evangélico, al afirmar en uno de sus versos que el Rey de Reyes eligió a María como su Madre. Sin duda alguna, Dios había pensado en María, la doncella de Nazareth, desde toda la eternidad para ser la Madre de Jesucristo. En ese sentido, por tanto, Él la eligió a Ella. Pero, igualmente, y dado que la respuesta de María fue libre, que por unos segundos la Redención de la humanidad entera dependió del sí de una criatura humana a la invitación divina, Ella, hizo también su elección y eligió ser la Madre del Hijo de Dios; como el Arcángel le anticipa: “et quod nascetur sanctum, vocabitur Filius Dei” (Luc I, 35). Después de todo, ¿qué es vivir la vocación, sino la libre coincidencia de elecciones, la de Dios y la del hombre-mujer?
Es curioso, pero a mis dos alumnas de poesía de este año, María del Carmen y Sandra V. (son malos tiempos para la lírica), no les sorprendió tanto el cambio del sujeto en el verso que he comentado. Sus argumentos me reafirmaron en una hipótesis que hace algún tiempo vengo madurando: que el autor de este poema anónimo fue, en realidad, una autora. Por ese motivo, y por otros que algún día expondré, prefirió permanecer en el anonimato. Por este motivo, he incluído -y también por la jovencísima Protagonista del poema- he incluido esta entrada en la etiqueta "Chicas, chicas, chicas".
Ahí va el poema, con mi traducción. El inglés, no os pongáis nerviosos, es Middle English, así que -aunque he modernizado algunas grafías- no os extrañe ver palabras con formas un tanto extrañas.
"I sing of a maiden"
“Yo le canto a una Doncella”
I sing of a maiden
Le canto a una doncella
that is makeles
that is makeles
Que es sin mancilla
King of all kings
King of all kings
Al Rey de Reyes
to her son she chose
to her son she chose
Eligió como hijo.
He came also still
He came also still
Tan delicadamente vino él
there his mother was
there his mother was
Donde su madre estaba,
as dew in April
as dew in April
Como el rocío en abril
that falleth on the grass
that falleth on the grass
Que cae sobre la hierba.
He came also still
He came also still
Tan delicadamente vino él
to his mothers bower
to his mothers bower
A la alcoba de su madre
as dew in April
as dew in April
Como el rocío en abril
that falleth on the flower
that falleth on the flower
Que cae sobre la flor.
He came also still
He came also still
Tan delicadamente. vino él
there his mother lay
there his mother lay
Donde su madre se recostaba
as dew in April
as dew in April
Como el rocío en abril
that falleth in the spray
that falleth in the spray
Que cae sobre la rama.
Mother and maiden
Mother and maiden
Madre y doncella
was never none but she.
was never none but she.
Ninguna hubo sino ella.
well may such a lady
well may such a lady
Bien puede tal dama
God's mother be
God's mother be
Ser la madre de Dios
Precioso, gracias.
ResponderEliminarMe parece genial, Eugenio. Otra cosa, brevemente. Acabo de empezar a leer el Diálogo de la Fortaleza y la Tribulación. Me he acordado de ti. No porque seas una tribulación para mí. A lo que voy. Lo publica el genial Álvaro de Silva, ¿lo conoces? Me he enterado por el libro que se está preparando la publicación crítica de las obras de Moro, en Yale. Sé que estuviste en Yale, seguro que tú vas a mojar en esta empresa crítica. Cuando digo Yale, me refiero a la universidad, no a la fábrica de llaves. Un abrazo. Otra cosilla, no he necesitado la traducción al castellano para entender el poema, como habrás podido imaginar ;)
ResponderEliminarAlbert, gracias, se ve que te ha gustado.
ResponderEliminarFernado me alegra verte de nuevo, y me alegra que le hayas hincado el diente al Diálogo; sí, conozco a Álvaro de Silva. Bueno, en realidad, hace ya algunos años que se concluyó la edición crítica de todas las obras de Moro, publicadas por Yale U.P. Son unos 15 o 16 volúmenes, si no más, que yo voy juntando poco a poco. Conozco personalmente a alguno de los editores.
Me apuesto contigo lo que quieras a que no sabías lo que significaba "spray" en el poema,...
Ahí me has pillado: no conocía ese homónimo. Te mando una cerveza virtual: te vas a Google -imágenes, buscas una Cruzcampo o Álcázar, la que más te guste. Anónimo aquí no es el de El Lazarillo, sino Fernando M Díez Gallego. Un abrazo.
ResponderEliminarMe la tomo a tu salud, compañero de letras, y que sea una Alcázar, de las que van quedando pocas. Pssssssss...
ResponderEliminar:v
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