jueves, 24 de junio de 2010

El diablo de Drakelow (1)

Hace algún tiempo descubrí una historia en la que llevo trabajando un año y sobre la cual pronto publicaré un artículo. En la Vida y Milagros de Santa Modwenna (s. XII), escrita por Geoffrey, abad del Monasterio benedictino de Burton-Upon-Trent (Staffordshire, Inglaterra) aparece el relato que resumo seguidamente.
Dos siervos del pueblecito llamado Stapenhill, que trabajaban en el monasterio citado, decidieron dejar de trabajar para Geoffrey Malaterra (no el autor del libro), por entonces abad de Burton (lo fue desde 1085 a 1094), y acogerse al conde normando Roger de Poitevin (¿1058?-¿1140?). Sus tierras estaban al otro lado del río Trent, de modo que marcharon a la villa de Drakelow, bajo la jurisdicción del anterior y al sur de Stapenhill. Tras comunicarle a Roger su intención, lo maldispusieron con el abad, de modo que el conde -dice la historia- sintió ganas de asesinarlo a la primera ocasión que se le presentase. Tanto Poitevin, como el abad Geoffrey Malaterra eran normandos, por lo que no cabe pensar en un conflicto étnico entre ellos. Los siervos eran, sin duda, anglo-sajones.
Por su parte, el abad Geoffrey, intentó atraerse de nuevo a los siervos mediante la coacción. No sólo no lo consiguió, sino que enfureció más a Roger, quien mandó una partida de caballeros y gente del pueblo a asaltar los graneros que los monjes tenían en Stapenhill. Tras esto, los jinetes cruzaron el río Trent e incendiaron unos campos al sur del monasterio, en un lugar llamado Blackpool. Geoffrey, enterado de la expedición militar de Roger, había ordenado a sus parientes, que eran caballeros, no presentar batalla a las huestes del normando; por el contrario, se dirigió con sus monjes a la capilla del monasterio, donde imploraron a Santa Modwenna (cuyos restos mortales custodiaban) que intercediera a su favor ante el Altísimo.
En todo caso, los parientes de Geoffrey, haciendo caso omiso de la prohibición del abad, presentaron batalla al Conde de Poitevin: pese a ser menos en número, pusieron a estos ultimos a la fuga, infringiéndoles una derrota. En su crónica de los hechos, Geoffrey de Burton atribuyó la victoria a los caballeros del Abad Malaterra, pero sobre todo a la intervención de Santa Modwenna.
Al día siguiente, los dos siervos huídos y refugiados en Drakelow fallecieron de muerte repentina. Los lugareños llevaron los cadáveres al cementerio de Stapenhill, anexo a la iglesia de San Pedro y situado junto al río Trent. Al terminar el sepelio, volvían los de Drakelow a sus casas. Era aún de día, cuando por el camino, vieron algo que les heló la sangre.
(Continúa en: http://eugenioolivares.blogspot.com/2010/06/el-diablo-de-drakelow-2.html)

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