El 26 de mayo de 1940, el gobierno británico había decidido celebrar el "Día de la Oración Nacional" por el ejército. La "Fuerza Expedicionaria Británica" (B.E.F.) estaba al borde de la aniquilación total.
La B.E.F. había sido enviada al continente para defender, junto a sus aliados franceses, la frontera franco-belga del avance alemán. El Grupo de Ejércitos A de la Wehrmacht avanzó inesperadamente por las Ardenas y consiguió cercar a los ejércitos aliados cerca de la costa. Tras fracasar en su intento de romper el cerco, los aliados optaron por escapar del continente hacia Inglaterra por el puerto de Dunkerque, en el Canal de la Mancha.
Cuando los alemanes se disponían a tomar la ciudad portuaria, Hitler decidió detener el avance (24 de mayo), permitiendo así a los aliados organizar la evacuación y construir una línea defensiva. Se debate aún hoy los motivos que llevaron al dictador alemán a ordenar el alto a sus tropas (quizás pensaba en una paz negociada con Gran Bretaña). Lo cierto es que si los 40.000 de la B.E.F. hubieran sido aniquilados, o si Churchill hubiera ordenado un alto el fuego -como sugería Lord Halifax- la guerra habría acabado, al menos por el momento, dado que Hitler siempre vio a la Unión Soviética como su verdadero enemigo. Sólo el 26 de mayo, el Führer mandó a sus tropas retomar el ataque: los días transcurridos habían sido vitales para los aliados. Al día siguiente, las tropas alemanas atacaron por tierra y aire.
La "Oficina de Guerra" británica ya había ordenado la evacuación masiva el 25 de mayo ("Operación Dynamo").
En los 9 días transcurridos desde el 27 de mayo al 4 de junio, y bajo ataques continuos de la aviuación germana, 338.226 soldados (entre franceses, belgas, británicos, polacos y holandeses) fueron evacuados a bordo de 861 embarcaciones de todo tipo (de las cuales 243 fueron hundidas).
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