miércoles, 22 de junio de 2011

Una oración de Thomas More

Hoy se celebra la Fiesta de San Juan Fisher y Santo Tomás Moro. Os presento mi traducción de un texto del segundo, escrito hacia 1534, en los márgenes de las páginas de su Libro de las Horas, mientras esperaba su ejecución en la Torre de Londres.




"Una devota reflexión"
Dadme vuestra Gracia, mi buen Señor, para que el mundo nada me importe; para que mi voluntad se aferre a Ti; y para que no dependa de las palabras exhaladas por las bocas de los hombres.
Para que en la soledad encuentre el contento; para que no anhele compañía mundana; poco a poco me desprenda del mundo, y libere mi voluntad de sus afanes. Para que no anhele escuchar cosas mundanas, sino que me desagraden las fantasías del mundo.
Para que con alegría piense en Dios; piadosamente implore Su socorro. Para que descanse en su consuelo; y denodadamente luche por amarle.
Para que conozca mi propia vileza y miseria. Para que sea humilde y manso bajo la poderosa mano de Dios. Para que lamente mis pecados pasados, sobrellevando la adversidad pacientemente para expiarlos, con agrado soporte mi purgatorio aquí, me goce en las tribulaciones, y para que camine por la estrecha senda que lleva a la vida.
Para que lleve la cruz con Cristo. Para que medite las verdades finales. Para que en todo momento tenga mi muerte ante los ojos, pues siempre está cercana. Para que no haga de la muerte una extraña. Para que vislumbre y medite el fuego eterno del infierno. Para que rece por el perdón antes del Juicio venidero.
Para que en mi cabeza esté siempre la Pasión que Cristo sufrió por mí, y sin cesar le dé gracias por sus beneficios.
Para que recupere el tiempo que antes perdí. Para que me abstenga de conversaciones vanas. Para que rechace las risas ligeras o alocadas, y en nada tenga, por ganar a Cristo, el perder la alegría, los placeres lícitos, la salud del cuerpo, los amigos, la libertad, la vida y todo lo demás.
Para que vea a mis peores enemigos como mis mejores amigos, porque los hermanos de José jamás le habrían hecho tanto bien con su amor y favor, como el que le hicieron con su maldad y su odio.
Estos sentimientos hemos de desear de cada hombre, más que – apilados juntos  – todos los tesoros de príncipes y reyes, cristianos o paganos.
(Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Yale University)

4 comentarios:

  1. Te agradezco que incluyas esta oración en esta nueva entrada de tu blog. ¡Y su traducción, madre mía!
    Es muy fuerte (como se dice ahora): un señor al que sentencian a muerte, y escribe estas cosas en prisión.
    Por lo que he leído, este estadista no es que despreciara las cosas buenas del mundo. No es que diga yo nada en contra de su oración. Antes bien, supo ser feliz en ellas. Y ponerlas en su sitio.
    Creo que fue un hombre santo, no sólo por morir mártir (que se dice pronto), sino porque se hizo santo y santificó estas cosas del mundo, de cada día. Y a los que le rodeaban.
    Un abrazo, Eugenio. Ya siento yo el calor que estaréis pasando en Jaén... también por las noches.

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  2. concreando como dice -magistralmente-
    ...Para que me abstenga de conversaciones vanas. Para que rechace las risas ligeras o alocadas, y en nada tenga, por ganar a Cristo, el perder la alegría, los placeres lícitos, la salud del cuerpo, los amigos, la libertad, la vida y todo lo demás.

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  3. Gracias, Fernando, por tu comentario. Mientras escribía la traducción, me venía a la cabeza justo lo que tú señalas. En efecto, Moro se quedó en medio del mundo y no quiso hacerse cartujo. Pero entiendo que su piedad era, en cierto sentido, aún la de un hombre del medievo, de modo que el contemptus mundi tenía un peso notable.
    En cualquier caso, privado de libertad, de compañía y placeres humanos, Moro se abandona completamente en Cristo, ante quien cualquier otro consuelo se muestra como una bagatela.

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  4. En efecto, Mateo, es el colofón de la plegaria.

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Beowulf MS

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Hwaet!