Hace unas semanas jaimemarlow hacía el siguiente comentario a la entrada Una historia danesa, a propósito de uno de los personajes:
"Lo que me llama la atención, acerca de los zombies, es el cambio que están sufriendo, por lo menos en el cine. ¡No sé si te habrás fijado en que cada vez son más rápidos! Los 'clásicos' eran muy torpes y lentos, y la única manera que tenían de merendarse a alguien era, o bien rodeándolo, o alcanzando a alguien que se hubiera quedado atrapado, caído, etc.
En cambio en 28 días después ya corrían... y por lo que he visto en el trailer de Guerra mundial Z ya son capaces de saltar muros.
Esto merecería un análisis... ¿consecuencias de la exigencia de una mayor espectacularidad fílmica? ¿Reflejo de que cada vez estamos mas 'atareados' en nuestra vida diaria?"
Es una reflexión interesante, a la que añadí lo siguiente:
"Es cierto lo que dices. Además hay cierto debate en el mundillo sobre si los zombies deben correr o no. Pienso que es una evolución hasta cierto punto predecible dentro del género. También vampiros, hombres lobo y momias han mejorado enormemente sus habilidades físicas desde sus primeras apariciones en pantalla. En el caso de los zombies, si avanzan penosamente crean ansiedad en los espectadores, porque inexorablemente llegan. Los zombies que cazan a la carrera buscan más el efecto shock, impacto,-espectacularidad, como dices tú- al alcanzar a la víctima".
Hoy ha vuelto a salir la conversación y quiero añadir lo siguiente a lo apuntado antes. En primer lugar, coexisten los dos tipos de zombies en la cultura popular actual, los que andan y los que corren: así la serie norteamericana The Walking Dead presenta -como el propio título indica- a cadáveres que andan; por contra, en tantas y tantas películas actuales (o la excelente serie Dead Set, 2008) lo que tenemos es the Running Dead, cadáveres que corren.
Por lo que respecta a los "corredores" han sufrido también un incremento de sus facultades físicas, convirtiéndose en una especie de superzombies que saltan, trepan por las paredes y son extremadamente resistentes -al modo de, por ejemplo, los vampiros y hombres lobo de las series Underworld o Blade. En este sentido, aquellos que se han convertido en licántropos o bebedores de sangre han accedido a un tipo de existencia más perfecta, superando los límites de la condición humana. Si a esto añadimos el sex appeal que caracteriza a la mayoría, ¿quién no querría ser uno de ellos? Ya me entendéis.
Los lentos eran originariamente despojos infrahumanos. Tomando como ejemplo las primeras cintas de George A. Romero, se trata de víctimas de una terrible epidemia, atormentados por un hambre voraz, que es su único instinto. Buscan penosamente el modo de alimentarse en una especie de coma con movilidad reducida. Son cazados como torpes bestias por cuadrillas de hombres que, al terminar, organizan una barbacoa. Por todo, no hay malignidad alguna en estas criaturas. Los rápidos, por contra, son predadores, cazadores en manada, que parecen disfrutar con lo que hacen. Y así, pese a estar muertos, parecen tener un instinto asesino, junto al de alimentarse.
Un último detalle. La cultura del click, la de la inmediatez, del download y el upload, parece primar el cadáver a la carrera, que destroza a su víctima cuando la atrapa, frente al lento e implacable avance del zombie de la época de las máquinas de escribir.
¿Que qué prefiero?
Hoy ha vuelto a salir la conversación y quiero añadir lo siguiente a lo apuntado antes. En primer lugar, coexisten los dos tipos de zombies en la cultura popular actual, los que andan y los que corren: así la serie norteamericana The Walking Dead presenta -como el propio título indica- a cadáveres que andan; por contra, en tantas y tantas películas actuales (o la excelente serie Dead Set, 2008) lo que tenemos es the Running Dead, cadáveres que corren.
Por lo que respecta a los "corredores" han sufrido también un incremento de sus facultades físicas, convirtiéndose en una especie de superzombies que saltan, trepan por las paredes y son extremadamente resistentes -al modo de, por ejemplo, los vampiros y hombres lobo de las series Underworld o Blade. En este sentido, aquellos que se han convertido en licántropos o bebedores de sangre han accedido a un tipo de existencia más perfecta, superando los límites de la condición humana. Si a esto añadimos el sex appeal que caracteriza a la mayoría, ¿quién no querría ser uno de ellos? Ya me entendéis.
Los lentos eran originariamente despojos infrahumanos. Tomando como ejemplo las primeras cintas de George A. Romero, se trata de víctimas de una terrible epidemia, atormentados por un hambre voraz, que es su único instinto. Buscan penosamente el modo de alimentarse en una especie de coma con movilidad reducida. Son cazados como torpes bestias por cuadrillas de hombres que, al terminar, organizan una barbacoa. Por todo, no hay malignidad alguna en estas criaturas. Los rápidos, por contra, son predadores, cazadores en manada, que parecen disfrutar con lo que hacen. Y así, pese a estar muertos, parecen tener un instinto asesino, junto al de alimentarse.
Un último detalle. La cultura del click, la de la inmediatez, del download y el upload, parece primar el cadáver a la carrera, que destroza a su víctima cuando la atrapa, frente al lento e implacable avance del zombie de la época de las máquinas de escribir.
¿Que qué prefiero?