El sudafricano Neill Blomkamp dirigió en 2005 un cortometraje titulado Alive in Joburg (Vivos en Joburgo), que es el embrión de Distrito 9, uno de los éxitos cinematográficos de este verano, según dicen. Peter Jackson, que se ha hecho muy amigo de Blomkamp, ha sido el productor de esta pelícua, la segunda del actor Sharlto Copley, que la protagoniza.
Filmada a modo de documental -con entrevistas, imágenes por televisión, y grabación en tiempo real (pretendidamente, claro está)-, Distrito 9 se desarrolla en Johannesburgo ("Joburg", para sus habitante). Sobre esta ciudad, la más poblada de Sudáfrica, se posó hace 20 años una descomunal nave espacial. Los alienígenas, exhaustos y malnutridos, fueron transportados a un improvisado campo de refugiados que, transcurrido el tiempo, se ha convertido en un suburbio de chabolas que alberga a más de millón y medio de "bichos" (o "gambas", en la versión original); es el "Distrito 9". Allí malviven los alienígenas, conviviendo con bandas de gángsters de Nigeria -país donde, dicho sea de paso, la cinta ha sido vetada-, que trafican con armas y comida para los bichos. La población de las zonas que rodean al ghetto desprecia a los extraterrestres que, cada vez más, se organizan en pandillas de delincuentes. Pese a vivir en condiciones insalubres, los más inteligentes han desarrollado armas de asalto y semipesadas de gran capacidad destructiva que, curiosamente, sólo es operativa en manos de los bichos. Tanto los delincuentes nigerianos como la MNU -una corporación internacional que fabrica armamento- están haciendo todo lo posible para conseguir que este material bélico funcione también en manos humanas.
La elección de Johannesburgo para ubicar la historia no es, en modo alguno, casual. Allí el gobierno sudafricano instituyó un sistema de mudanzas forzadas, moviendo a la población de ascendencia no europea a áreas específicas. Este sistema creó el extenso barrio de chabolas de Soweto (Pueblos del suroeste), una de las zonas donde se obligó a los negros a vivir durante el apartheid. El paralelismo es obvio: desprecio a otra raza y desprecio a otra especie.
Y sin embargo, en esta misma línea, creo que la película puede interpretarse aún de otra forma. Me refiero al antisemitismo que alcanzó su máxima expresión en Europa durante los años 30 y principios de los 40. Los ghettos de Varsovia o Cracovia durante la IIGM son un doloroso punto de referencia en esta historia, sin olvidar que del mismo modo que los científicos de la MNU en Distrito 9 experimentan con los bichos para conseguir usar sus armas, también en los campos de exterminio los nazis usaban seres humanos para conseguir la mejora de la raza.
En fin, una interesante reflexión sobre una de los males endémicos del hombre, el desprecio por el que es distinto.