El Nacimiento de una Nación (The Birth of a Nation), D.W. Griffith, 1915.
La producción más costosa de todos los tiempos hasta esa fecha y sus números siguen siendo impresionantes: cinco mil escenas diferentes, 1357 tomas individuales, 18 mil actores y extras, tres mil caballos y siete meses de producción (por los avances de la tecnología digital, es posible que estas cifras ya no se superen nunca). Griffith ya cuenta con casi todos los ingredientes necesarios para elaborar una película en el sentido actual: ya se entiende lo que es una secuencia, la sucesión de planos cortos y largos, la superación de las limitaciones de espacio y tiempo que imponía el teatro, etc.; en este sentido, la aportación de Griffith con esta película es la división de la historia en varias historias paralelas.
Considerada como el primer film expresionista de la historia, destacan en esta cinta los decorados distorsionados que crean una atmósfera amenazante. El expresionismo fue una edad dorada del cine, en donde los mayores representantes fueron: Fritz Lang, George Wilhelm Pabst y F.W. Murnau, Paul Wegener.
La película se caracteriza por la estilización de los decorados (retorcidos y con ángulos imposibles), la forma exagerada de actuar y el coloreado posterior de las escenas, dejándolas en tonos azules, sepia o verdes. Hay también un curioso uso de máscaras para hacer fundidos en negro progresivos, dejando destacada una parte de la acción.
La película se caracteriza por la estilización de los decorados (retorcidos y con ángulos imposibles), la forma exagerada de actuar y el coloreado posterior de las escenas, dejándolas en tonos azules, sepia o verdes. Hay también un curioso uso de máscaras para hacer fundidos en negro progresivos, dejando destacada una parte de la acción.
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