Vlad Tepes, más conocido como Vlad Dracul [dragón/diablo], está indisolublemente ligado al vampiro moderno, probablemente por su especial crueldad a la hora de torturar y asesinar a sus enemigos, especialmente los turcos, algo en lo que no era muy distinto de otros aristócratas medievales que vivían en la frontera. En honor a la verdad no fue Bram Stoker el primero en mencionar la afición del príncipe de Valaquia por la sangre. El poeta alemán Michael Beheim escribió en 1463 su Historia de un Sanguinario Loco llamado Drácula de Valaquia (Von ainem wutrich der heis Trakle waida von der Walachei). En una de las ilustraciones que acompañan al texto, vemos al protagonista sentado a la mesa, disfrutando de un campo de cuerpos empalados y mojando el pan en la sangre de sus víctimas. Así lo exponen Raymond McNally y Radu Florescu en su In Search of Dracula (Boston, Houghton Mifflin, 1972): «En un verso Behein describía a Drácula mojando su pan en la sangre de sus víctimas, lo cual, técnicamente, le convierte en un vampiro viviente» (x).
Los aires revisionistas han venido a intentar redimir al mismísimo Vlad Tepes. Conviene decir que, al menos en lo referente al macabro hábito de mojar el alimento en la sangre de sus víctimas, cabría exculpar al príncipe de Vallaquia. Lo que Beheim dice en realidad es: «Era su placer y le daba valor / ver correr la sangre humana / y era su costumbre / lavarse las manos en ella / cuando se la traían a la mesa».
Beheim, entre 1462 y 1463, había frecuentado la Abadía de Melk en el Danubio y allí conoció al franciscano Jacob, un refugiado que había huido de las atrocidades de Vlad Tepes. Cabe pensar, por tanto, que el poema de Beheim fuera completado en la citada Abadía. Es más que probable que Beheim no tuviera contacto personal con Vlad Tepes. A su juicio, el autor debió basar el poema en tres fuentes: narraciones anteriores ampliamente difundidas, que en su mayoría son parte de los que hoy se conoce como el manuscrito de St Gall (1462); acontecimientos contemporáneos como el arresto de Vlad, visto a través de un prisma político; y un testimonio de primera mano entresacado de un monje católico [el franciscano Jacob] que había tenido un encuentro con Drácula en Transilvania y vivía para contar su aderezada historia.
Así pues, este aristócrata -que es aún hoy en día un héroe para los rumanos- ha pasado a la cultura popular como un terrible asesino,... también después de muerto.
Beheim, entre 1462 y 1463, había frecuentado la Abadía de Melk en el Danubio y allí conoció al franciscano Jacob, un refugiado que había huido de las atrocidades de Vlad Tepes. Cabe pensar, por tanto, que el poema de Beheim fuera completado en la citada Abadía. Es más que probable que Beheim no tuviera contacto personal con Vlad Tepes. A su juicio, el autor debió basar el poema en tres fuentes: narraciones anteriores ampliamente difundidas, que en su mayoría son parte de los que hoy se conoce como el manuscrito de St Gall (1462); acontecimientos contemporáneos como el arresto de Vlad, visto a través de un prisma político; y un testimonio de primera mano entresacado de un monje católico [el franciscano Jacob] que había tenido un encuentro con Drácula en Transilvania y vivía para contar su aderezada historia.
Así pues, este aristócrata -que es aún hoy en día un héroe para los rumanos- ha pasado a la cultura popular como un terrible asesino,... también después de muerto.
Hace ya bastantes semanas, me compré un librito titulado así:
ResponderEliminar"Drácula. Vlad Tepes, el Empalador, y sus antepasados".
Incluye un subtítulo que reza así: "La verdadera historia del Conde Drácula".
El autor es un tal Ralf-Peter Märtin.
Yo no sé si el libro es bueno o malo, simplemente, me lo compré porque me pareció tremendamente interesante. Una amiga mía me advirtió que no era nada del otro mundo, pero yo me aventuré al riesgo. Te lo incluyo aquí por si lo conoces o si te resulta de utilidad o interés.
Un abrazo desde Úbeda (esta tarde, después de comer, regreso a tierras hispalenses).
Catherine Heathcliff.
Gracias, Rocío. No, no conozco al autor que refieres. Ya me contarás como está el libro.
ResponderEliminarBuen viaje.
«Era su placer y le daba valor / ver correr la sangre humana / y era su costumbre / lavarse las manos en ella / cuando se la traían a la mesa».
ResponderEliminarSabes donde puedo encontrar el poema original de Beheim en alemán o castellano?
Interesante artículo. Un saludo.