sábado, 20 de junio de 2009

Una teoría del coraje



Me dice mi amigo Javier Cercas que debo hacer las entradas del blog más breves; así que voy a intentar hacerle caso. Escribiré más a menudo, aunque de forma más escueta. Una vez a la semana, más o menos, publicaré algo de más entidad.
En 1999 John McTiernan dirigió la película El guerrero número 13 (The 13th Warrior). La historia cuenta las aventuras de un árabe, Ibn Fadlan (Antonio Banderas), que termina combatiendo al lado de un grupo de 12 vikingos Rus contra una tribu de salvajes criaturas primitivas, los Wendols. La cinta está inspirada en la novela Los devoradores de muertos (Eaters of the Dead), de Michael Crichton, que a su vez, es un curioso mestizaje entre el Beowulf anglosajón y el relato de los viajes de Ibn Fadlan, un embajador de Bagdad del siglo X.
La película es sólo para amantes del género épico. Sin embargo, al final, hay una secuencia que merece la pena. El “árabe” –como le llaman sus compañeros del Norte– y los escasos supervivientes que aún quedan con vida (incluido el jefe de la banda que agoniza), se disponen a enfrentarse a un enemigo muy superior en número (como siempre es el caso). Todos miran a su líder, que casi no puede levantar la espada del suelo, y entienden que no sobrevivirá; él también y, pese a todo, combatirá. Ninguno se moverá de su lado, aunque ello
signifique también la muerte. Tolkien llamó a esto el “heroísmo desnudo”, mucho más perfecto porque no espera recompensa, toda una “teoría del coraje”.
El jefe, entonces, comienza a recitar un poema –pronto se le une el resto de guerreros– en el que habla de sus ancestros y del lugar que espera a los héroes en los atrios del Valhala, el paraíso de la mitología nórdica. La combinación de música, palabras y el cabalgar de los caballos es emocionante. Cae la lluvia...
No he podido hacerlo más breve.

6 comentarios:

  1. A mí me encanta esta película, lo confieso, me divierto muchísimo viéndola, y siempre, siempre, siempre me aparece en el estómago un desasosiego de nerviosismo puro ante las escenas de batallas.

    Y es que a mí la épica me gusta muchísimo...

    Un abrazo,

    Catherine Heathcliff.

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  2. Hoy es el día de Santo Tomás Moro. Oí decir de él que pedía a Dios tener sentido del humor y reírse de... sí mismo y de sus pesares. Me parece una buena norma para desdramatizar la vida y para ganar en higiene mental.
    Otra cosa de este personaje que tenía una gran amistad con Enrique VIII. Enviudó, con una patulea de churumbeles que criar. Conoció a una joven muy atractiva, pero... prefirió casarse con una señora de más edad y más feílla, pero que haría de buena madrastra de sus chiquillos. Me parece muy buen ejemplo, heroico, de buen padre.
    Anónimo es Fernando Díez Gallego, profesor de inglés.
    Un abrazo, Eugenio.

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  3. Amigo Fernando, efectivamente, Moro siempre tuvo muy buen sentido del humor; también consigo mismo, hasta el mismo momento en el que el verdugo iba a cortarle la cabeza.
    Respecto a su segundo matrimonio, con la Dama Alicia Middleton, mayor que él, estuvo propiciado por el deseo de dar una madre a sus tres hijas y su hijo -como tú señalas-. Ahora bien, la joven atractiva es otra, una que aparece en un poema latino del joven abogado Moro.
    Moro tuvo que elegir entre dos mujeres en su primer casorio. Cuando le presentaron a las hijas del señor Colt, su gusto se inclinaba más bien por la menor de las hermanas. Considerando que era un desmérito para la mayor (que debía casarse primero) preferir a la otra, optó por renunciar a su gusto y seguir las convenciones, Así se casó con Juana Colt, que le dio tres niñas y un niño.
    Un abrazo, Fernando, y gracias, como siempre.

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  4. Me ha emocionado; el Cielo, donde viven los valientes..., para siempre.

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  5. Haces bien, Alberto, en cambiar Valhala por Cielo. En la mitología nordica el paraíso que espera a los guerreros después de la muerte, dice Tolkien, es una invención tardía, copia del cielo del Cristianismo, que iba ganando adeptos. Aún así, los nórdicos permanecieron paganos hasta el año 1000; duros de pelar que eran.

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Beowulf MS

Beowulf MS
Hwaet!